
En todo el mundo, millones de mujeres viven con dolor crónico, fatiga e incertidumbre sin saber que son víctimas de una enfermedad que sigue siendo, en muchos casos, subdiagnosticada: la endometriosis. Este padecimiento, que afecta aproximadamente a una de cada diez personas que menstrúan, se caracteriza por el crecimiento del tejido endometrial fuera del útero, lo que provoca no solo dolor e inflamación, sino también problemas de fertilidad y, en algunos casos, complicaciones severas a largo plazo.
¿Qué es la endometriosis?
El tejido endometrial, que normalmente recubre el interior del útero y se elimina durante la menstruación, puede implantarse anómalamente en órganos como ovarios, trompas de Falopio, vejiga o intestinos. Esta condición, según la doctora Shan Jiang, gineco-obstetra del Hospital Houston Methodist, genera una respuesta inflamatoria cada vez que el tejido ectópico responde al ciclo hormonal, sangrando sin una vía de salida adecuada.
«Los síntomas más comunes incluyen dolor pélvico crónico, menstruaciones intensas, sangrado abundante y relaciones sexuales dolorosas«, señala Jiang. «La enfermedad puede presentarse con manifestaciones variables, lo que contribuye a que muchas mujeres tarden años en obtener un diagnóstico correcto».
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Impacto en la fertilidad
Uno de los aspectos más devastadores de la endometriosis es su relación directa con la infertilidad. Según la especialista, entre el 30% y el 50% de las mujeres con endometriosis pueden tener dificultades para concebir. Las adherencias o cicatrices formadas por el tejido anómalo pueden obstruir las trompas de Falopio, afectar la calidad de los óvulos o alterar el entorno uterino, dificultando la implantación del embrión.
Aun así, Jiang aclara que un embarazo exitoso sí es posible, pero suele requerir un tratamiento médico especializado. “Las mujeres con endometriosis deben trabajar estrechamente con su gineco-obstetra si desean embarazarse. En algunos casos, se recurre a técnicas de reproducción asistida”, añade.
Curiosamente, el embarazo puede tener un efecto positivo en los síntomas. «Durante la gestación, las lesiones endometriales tienden a retroceder debido a los cambios hormonales», explica la doctora.
Riesgos durante el embarazo
Aunque algunas mujeres experimentan alivio, la endometriosis también está asociada con un mayor riesgo de complicaciones obstétricas, entre ellas parto prematuro, placenta previa, hemorragias y bajo peso al nacer, según estudios recientes. Esta realidad hace indispensable un seguimiento médico riguroso durante todo el embarazo.
Además, la presencia de endometriomas —lesiones en los ovarios— puede aumentar el riesgo de ciertos tipos de cáncer ovárico, en particular los carcinomas de células claras y los endometrioides. Aunque el riesgo es bajo, la información refuerza la necesidad de vigilancia médica continua.
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¿Qué ocurre tras la menopausia?
Muchas mujeres se preguntan qué pasa con la endometriosis al envejecer. En general, los síntomas tienden a desaparecer con la menopausia, gracias a la reducción de los niveles de estrógeno. Sin embargo, entre el 2% y el 5% de las pacientes siguen presentando síntomas, especialmente aquellas que reciben terapias hormonales para tratar los efectos de la menopausia.
Salud mental y calidad de vida
Más allá del impacto físico, la endometriosis afecta profundamente la salud emocional. Las mujeres que viven con dolor crónico suelen reportar ansiedad, depresión y una disminución significativa en su calidad de vida. El estigma social, la incomprensión del entorno y la falta de un diagnóstico certero contribuyen al desgaste emocional.
«La detección temprana es crucial», enfatiza la doctora Jiang. El diagnóstico puede requerir exámenes pélvicos, ultrasonidos, resonancias magnéticas y, en muchos casos, una laparoscopía diagnóstica, que permite observar directamente las lesiones y, si es necesario, retirarlas durante el mismo procedimiento.
Una enfermedad que exige visibilidad
A pesar de su alta prevalencia, la endometriosis sigue siendo una enfermedad poco comprendida y minimizada tanto en el ámbito médico como en la sociedad. El silencio que rodea al dolor menstrual severo y la falta de educación sobre la salud ginecológica hacen que muchas mujeres normalicen síntomas que requieren atención especializada.
«No es normal vivir con dolor menstrual incapacitante«, concluye Jiang. “Si una persona siente que sus síntomas no son tomados en serio, debe buscar una segunda opinión. La salud reproductiva y el bienestar emocional no pueden esperar”.