
La violencia asociada al narcotráfico en México ha cobrado nuevas víctimas. Esta semana, la Fiscalía de Tamaulipas confirmó el asesinato de cinco integrantes del grupo musical Fugitivo, cuyos cuerpos fueron hallados en un predio de la ciudad de Reynosa, cerca de la frontera con Estados Unidos.
Los músicos, de entre 20 y 40 años de edad, habían sido reportados como desaparecidos desde el domingo, cuando se dirigían a una presentación en un bar local. Según las autoridades, fueron secuestrados esa misma noche por presuntos miembros del Cártel del Golfo y posteriormente asesinados.
Detenidos nueve presuntos responsables
Durante una rueda de prensa, el fiscal Irving Barrios anunció la detención de nueve sospechosos vinculados al crimen. Todos serían integrantes del Cártel del Golfo, organización que fue designada como grupo terrorista por el gobierno de Estados Unidos en 2023.
Los cuerpos fueron encontrados junto con evidencias que apuntan a una ejecución planificada, incluyendo el vehículo negro en el que los músicos se trasladaban. Las autoridades también investigan extorsiones telefónicas y el robo de dos vehículos de la agrupación.
El riesgo de cantar en tierra de nadie
Durante años, músicos de géneros populares como los corridos o los corridos tumbados han sido objeto de presiones, amenazas y ataques por parte de grupos criminales, que en ocasiones les exigen componer canciones que exalten a sus líderes.
Estas composiciones, conocidas como narcocorridos, han generado rivalidades peligrosas, ya que otros cárteles perciben estas letras como gestos de lealtad hacia sus enemigos.
Uno de los casos más recientes se vivió en Culiacán, cuando una avioneta arrojó panfletos con amenazas dirigidas a más de veinte artistas, entre ellos el cantante Peso Pluma, quien ha declarado haber recibido encargos para escribir canciones de este tipo.
La historia se repite
Este trágico episodio recuerda otros casos similares que han marcado a la música regional mexicana. En 2013, 17 miembros del grupo Kombo Kolombia fueron ejecutados en Nuevo León. En 2006, el reconocido cantante Valentín Elizalde fue asesinado tras una presentación en Reynosa. Un año después, Sergio Gómez, vocalista de K-Paz de la Sierra, fue hallado sin vida en Michoacán.
Entre 2006 y 2013, se estima que al menos 50 músicos relacionados con este género fueron asesinados en distintas regiones del país.
Reacciones sociales y culturales
Ante estos hechos, familiares de las víctimas y músicos locales realizaron una protesta frente a la alcaldía de Reynosa y bloquearon el puente internacional que conecta con Pharr, Texas, para exigir justicia.
Por su parte, el gobierno federal, encabezado por la presidenta Claudia Sheinbaum, lanzó en abril un concurso binacional de música por la paz y contra las adicciones, con el objetivo de ofrecer alternativas creativas a los jóvenes y reducir la influencia de contenidos vinculados a la violencia.
En varias regiones del país, como el estado de México, se han implementado restricciones a la difusión de narcocorridos, lo que ha generado tensiones y disturbios en algunos conciertos, donde artistas han optado por no interpretar sus temas más controversiales.
No solo los corridos son blanco
La violencia contra músicos no se limita al género regional. Agrupaciones de gran prestigio internacional como Los Ángeles Azules, Molotov o Café Tacvba también han sido víctimas de robos de instrumentos y equipos técnicos durante sus giras, lo que refleja una problemática más amplia en el entorno artístico mexicano.