
Con lágrimas, gritos de aliento y aplausos, Uruguay comenzó este miércoles a despedir a José «Pepe» Mujica, expresidente y símbolo de la izquierda latinoamericana, fallecido a los 89 años en su humilde hogar acompañado por su esposa, Lucía Topolansky.
Mujica, exguerrillero, referente ético y político, murió un año después de que le diagnosticaran cáncer de esófago. Su estilo de vida austero, su discurso anticonsumista y su compromiso con los más desfavorecidos lo convirtieron en una figura querida dentro y fuera del país.
El cortejo fúnebre recorrió la avenida 18 de julio hasta el Palacio Legislativo, donde se realiza un velatorio público. El gobierno decretó tres días de duelo nacional.
«¡Gracias, Pepe!», corearon los ciudadanos que colmaron las calles de Montevideo para despedir al llamado “presidente más pobre del mundo”, cuya gestión (2010-2015) se destacó por legalizar la marihuana, recibir presos de Guantánamo y refugiados sirios, y mantenerse siempre fiel a su estilo directo y sin protocolos.
Las muestras de cariño y homenaje también llegaron del exterior. Lula da Silva, desde Pekín, destacó su «grandeza humana» y anunció que viajará a Montevideo. Pedro Sánchez, desde España, lo recordó como alguien que creyó «en un mundo mejor».
Hasta el final, Mujica defendió la unidad de América Latina y los valores de una izquierda popular, humana y sin privilegios. Hoy, Uruguay y gran parte del continente le rinden homenaje a quien convirtió su vida en una lección de coherencia.